lunes, 2 de julio de 2012

Las virtudes y valores del Sr. Mc Donald: mitología, ideología, solidaridad social-ecológica e imperialismo con sabor a mostaza

Para entender como viene la cosa

Antes de empezar con este pequeño artículo, debo sincerarme: una sola vez en mi vida fui a Mc Donald, y fue el mismo día que tomé la comunión. ¿Demasiado para un día verdad?

Sin embargo, cada vez que uno va al centro de la ciudad, caminando por la Peatonal Córdoba, siente en sus espaldas la brisa neoyorkina, tan poblada de casas de Mc Donalds por todas partes, y Rosario no ha sido la excepción.

Por ende, estas casas de comidas rápidas se han transformado en un universo creador de valores y significados propios, siempre apuntando a defender las virtudes del occidentalismo, incluso en uno de sus momentos más críticos. Esa defensa de la visión occidental imperialista se realiza a través de un conjunto de símbolos que rozan lo icónico transformado en mito. Aquí pasamos a nuestro primer punto de análisis: El mito icónico.

El mito icónico: la mac realidad y su construcción ideológica

La peatonal Córdoba es siempre una de las calles más transitadas, es como una gigantesca pasarella que sintetiza la gran parafernalia rosarina, y entre tantas, allí se encuentra el enorme, el único, el no-lugar, el desarrollo imperialista culinario: el Mc Donalds, o como lo denomina la terminología lumpen, el mac.

El Mac es la apropiación de significado que atribuyen las adolescentes sobre la totalidad del Mac Donalds, es decir, en otras palabras, el mac es su realización: el mac es la parte del lugar que les pertenece, el mac es como su casa, el mac es diversión, el mac es un universo paralelo, el mac es Rosario, el mac es el país, el mac es el mundo divido entre los que habitan ese mac y los que estan afuera haciendo la cola para entrar o los que estan mirando por el vidrio, excluidos de la realidad mac. El mac es la reducción de la sociedad en una hamburguesa de queso doble, triple, cuadruple o vaya a saber cuantos pisos más de pan y carne aguanta sin antes colapsar como dos grandes torres.

Todo lo que se encuentre dentro de las cuatro paredes del Mc Donalds se transforma en el mac, en un universo cargado de representaciones icónicas e ideológicas, y todo lo que se encuentra afuera del no-lugar, simplemente es abstracto, no tiene valor, es la continuación del zoólogico diario de la ciudad.

De todas formas, la construcción arquitectónica del Mc Donalds de calle Córdoba permite observar desde afuera, sin la necesidad de ingresar a consumir, a través de sus enormes y brillosos vidrios la realidad mac. Debido a los valores del Señor Mc Donalds, tenemos acceso visual a todas las realidades posibles que allí dentro se realizan, pero solo vemos los que los vidrios dejan que observemos. No vemos todo, solo vemos una parte; vemos, en cambio, la realidad mac y su construcción icónica.

Es muy contundente eso que vemos desde el afuera, desde lo abstracto, porque las imagenes nos abstraen, son tan violentas, coloridas y tan despojadas de corporeidad que nos absorben, nos dominan por completo, nos atan de pies y manos. Amarillo, rojo, un payaso con grandes zapatos, pelo de colores, una risa de psicopata pero al mismo tiempo de bienvenida, la comida como sinónimo de felicidad, de amor, de diversión asegurada, de entretenimiento, esa idea fetichista de la felicidad total encerrada en una caja de cartón pintada con varios colores, cercanas al delirio del arte pop, un mundo psicodélico, todo se vuelve tan narcotizante, todo se vuelve mercancia, todo se vuelve tan miserable.

Sin embargo, la ideología del mac se transforma en un receptáculo mercantilista cuando la cajera te ofrece aumentar el combo por 50 centavos, lo cual es la prueba irrefutable que el capitalismo ha calado hondo en las más mínimas expresiones sociales: ya no se trata de ir a comer una hamburguesa, sino que además, también te ofrecen "seguir gastando": por un par de monedas más te llevas papas fritas, una gaseosa o un helado. No se trata de ir a comer solamente una hamburguesa y disfrutar de su sabor a mostaza, sino de aprovechar las promociones, diseñadas para que gastes y consumas, gastes y consumas, observes, te guste y compres; todo se transforma en un erótismo bizarro, todo se vuelve tentador en el mac, si hasta las cajitas felices te miran de reojo. Ya no se trata de que comas una hamburguesa, atragantes con la ideología.

Solidaridad social-ecológica: lavando culpas con detergente y agua caliente (pero no mucha, para no derrochar el agua y salvar el planeta)

En su página web, Mc Donalds Argentina nos invita a conocer sus "compromisos con el medio ambiente" y detalla sus cuidados ecológicos:

Mc Donalds siente que tiene una responsabilidad especial para proteger nuestro medio ambiente para las futuras generaciones. Nos damos cuenta que en el mundo de hoy,

Un lider de los negocios debe ser un líder ambiental.

Nuestro compromiso y comportamiento ambiental se guía por los siguientes príncipios:

Reducir: Tomamos acciones sobre el peso y/o volúmen del packaging que utilizamos. Esto puede significar eliminar packaging y hacerlo más delgado y liviano, cambiar los sistemas de fabricación y distribución, adoptar nuevas tecnologías y usar materiales alternativos. Estamos en la contínua búsqueda de materiales que sean ambientalmente preferibles.

Reciclar: Estamos comprometidos al uso máximo de materiales reciclados en la construcción, equipamiento y operaciones de nuestro restaurante.

Reutilizar: Implementamos materiales reusables, cuando es posible, dentro de nuestras instalaciones y sistemas de distribución, siempre y cuando no se comprometan los estándares de seguridad e higiene, servicio al cliente y expectativas, y no sean contrarrestadas por otros intereses ambientales y de seguridad.

Lo que leímos anteriormente es todo un manifiesto del nuevo carácter imperialista del siglo XXI( algo ya nos había adelantado Green Peace y su forma de operar hace tiempo como una ONG que atentaba en contra del desarrollo de las naciones latinoamericanas), pero esta es la prueba cabal del novedoso yugo imperial al que nos subordinan estas empresas foráneas a través de la eco-ideología: "un líder de los negocios es un líder ambiental".

Esa idea del "libre mercado responsable" como etapa superior al neoliberalismo irracional, tras décadas de desguace del Estado y continuadoras de un capitalismo predador en cuanto a los recursos naturales, sin ninguna ética y moral más que la de su bolsillo, hoy parece sintetizar la idea maniqueísta de una empresa privada, que hace un uso responsable de la ecología por medio de la teoría anglosajona de las "3 R" (reducir, reciclar, reutilizar), que en realidad no son más que espejitos de colores que nos vienen a traer, ya que estas colonias de la comida rápida revientan nuestros recursos, destruyen nuestro medio ambiente y las tres R nos quedan a nosotros, pero no como una política ambiental, sino como una consecuencia de la violenta e indiscriminada utilización de nuestros recursos naturales y alimentarios.

Pero todo el "espíritu solidario" de Mc Donalds no termina allí: La Casa de Ronald Mc Donalds, que es el aparato ideológico que toma cuerpo y forma en el payaso Ronald con su risa amistosa, también cuenta con un programa de alcancias que consta en un depósito voluntario de los consumidores en, según lo explica en su página web, "beneficio de los chicos del interior del país que más lo necesitan", lo cual me hace pensar en que estas corporaciones necesitan justificar toda su explotación hacia el trabajador, toda su violencia icónica, la manera de uniformar a sus empleados, las formas de otorgar premios y castigos, los sutiles mecanismos de generar promociones para que la persona se transforme en consumidor, la fuerza predadora que ostentan, por medio de una auto-atribuida solidaridad social-ecológica.

Estos líderes de los negocios piensan "ayudar" a los niños pobres de nuestro país mediante el fetichismo de la mercancia, vacío de contenido; prestarnos a su juego demencial es propagar la victoria neoliberal!! es la victoria del Consenso de Washington!! no lo ven!! es el fin de la historia!! es el mundo capitalista mutando hacia el imperialismo saqueador!! es imponer la idea de lo privado sobre lo público!! es la defensa de la reducción del Estado e imposibilitar el acceso irrestricto a la salúd, educación, trabajo, etc, etc. Aceptar esa mentira es rendirse frente al imperialismo.

Estamos atravesando un momento histórico planetario donde se habla de cambios climáticos, desastres naturales, etc, etc, y estas grandes casas de cómida, distribuidas por todo el mundo, nos dicen que "son los líderes de los negocios", pero no solo eso, también son los líderes ambientales, porque quieren instalar la idea de que lo que "salvará al planeta del desastre inminente" es la utilización conciente de los recursos naturales a través de la fase más autoritaria de la expansión capitalista: el imperialismo. Y ellos representan ese imperialismo, los Estados Unidos. Ya no es solamente Bush invadiendo Irak, ya no es Obama celebrando la muerte de Bin Laden, ya no es la Guerra Fría, ya no son las bases militares en América Latina, a todo esto se le suma la realidad mac.

De ese mismo modo, también nos inculcan la idea que los únicos que pueden hacer frente a los "reales peligros de nuestro siglo" son los autoritarios demócratas yankis, por eso viene Mc Donalds a la Argentina, porque ellos saben como cuidar el medio ambiente, el país número uno en gastos militares, el país del premio Nobel de la Paz que quiere liquidar la cultura oriental. De ahí proviene la mac realidad, la mac ideología y la mac política, y nosotros asistimos festivos al desfile de carne, muerte y destrucción cultural, mientras nos ahoga un terrible olor a mostaza.

sábado, 27 de agosto de 2011

Oda a los Ramones (Primera Entrega)


Introducción

La lista de reproducción moviéndose al compás de la velocidad de la batería ramonera, no se puede parar con nada, y mis oídos piden más y más frenesí, como un ¡hey ho lets go! interminable. La música de los Ramones es un camión estrellándose de lleno frente a un árbol, más vale ponerse cinturón de seguridad para no salir dañado, como sucede en el pogo de un recital de punk, bailando entre codazos, observando volar algún que otro escupitajo y maravillado por el despliegue de numerosas crestas puntiagudas que van de aquí para allá, entremezcladas con el humo, las luces bajas, el piso mojado, los vidrios transpirados y el éxtasis que se apodera del sótano que oficia de escenario en esta improvisada noche de sexo, drogas y rock and roll. La fiesta está por comenzar con todos los invitados presentes, o al menos eso creemos, que nadie se quede afuera de esta Oda Ramonera, que será entregada en distintos capítulos, tratando de plasmar la "liturgia punk" -si es que estos dos términos pueden convivir- en la que he vivido durante los años de secundaria, y aún hoy continúan en rasgos y características de intransigencia que uno utiliza en la ardua tarea de tomar el mando de control de su propia vida, conviviendo con las contradicciones imperantes y el deseo de lograr la independencia, casi anárquica y utópica, tan anhelada y necesaria como este relato que intento comenzar a desmenuzar en esta noche de sábado.

Capítulo 1

Tuve que poner el corazón en un frasco de veneno



Pablo patea por las calles de la ciudad, en pleno invierno, un sábado por la madrugada. Estuvo esperando el colectivo media hora para viajar 15 minutos hasta su destino predilecto: el recital de una banda amiga que se presentaba por primera vez en las tablas de un bar céntrico, aunque de todos modos alejado de las pintorescas fotos preparadas para los "turistas", quienes se acercan con entusiasmo en cualquier parte del año hacia estas calles rosarinas, que tanta pobreza y mediocridad habita en dosis parecidas. Eran las 23:47, el show arrancaría en cualquier momento y los "tetra bricks" de Vino Toro, cortados en la punta o hacia la mitad, yacían descuartizados en el piso, como Nancy en el hotel, como alguna estrella pasajera de este torbellino punkie.

La gente se agolpaba en la puerta del local, esperando un inicio que cada vez se estiraba más y más, para aguantar que llegara más público. El desfile de remeras de Misfits, Ramones, Sex Pistols, Exploited, Flema, Dos Minutos, Black Flag, Nofx, y alguna que otra de Nirvana, Attaque 77 y Pantera eran el anuncio de la fiesta que llegaba. El rock tenía su liturgia de banderas y bengalas, sin embargo, el punk tiene otros condimentos mucho más "sotaneros" por así decirlo: las remeras distintivas, los parches, las crestas, las cadenas, los tatuajes coloridos, por mencionar algunos, eran los estandartes que portaban los punks para decir "aquí estamos, que empiece el recital". El reloj marcaba las 24:30, la puerta no abría, el frío calaba hondo en los huesos y helaba la sangre, suerte que el alcohol no escaseaba, suerte que una petaca compañera hacia el "tramite burocrático" mucho más llevadero, por así decirlo.

Envuelto en su campera de cuero, Pablo caminó hacia una estación de servicio cercana para hacer tiempo y "escabiar" un poco. El kioskito de Martín estaba cerrado -extrañamente-, una pena, ya que este servidor tenía bebidas a un precio muy barato; recordaba haber parado con los pibes una y mil veces luego de terminar el turno en la sala de ensayo, en su primer acercamiento a la formación de una banda musical como instrumento canalizador de todos los sonidos oscuros y furiosos que se encontraban guardados en un cd de los Ramones que había heredado de su hermano Julián, y el deseo de conocer chicas. Que épocas aquellas, las del descubrimiento del sexo femenino, mucho más si el encuentro era con "Poison Heart" como banda sonora del momento sonando de fondo, como huella de un pasado totalizador, inmortal, imposible de olvidar.

El joven sentía, muy profundamente, que su vida había sido una desilusión permanente, y ya no quería verse así, no necesitaba transformarse en una porquería, no quería consumirse en el dolor para no sentirse un triste títere de esta vida posmoderna que lo acorralaba en sus días de rutina esclavizante. Suerte que tenía al punk rock a su lado para no estar solo, como si fuera un perro callejero que lo guiará por la senda de la creación máxima de la música crítica, anárquica, autogestionada desde las entrañas, sincera e hipócrita a la vez, contradictoria como Joey Ramone y su pensamiento de izquierda y el derechista Johny Ramone, ambos formaban parte del colectivo musical al que Pablo admiraba desde que se calzó una viola, desde que se peinó su primer cresta, en fin, cuando conoció por primera vez los sentimientos hecho canciones de los Ramones, la legendaría banda punk de los 70 que siguen llenando nuestros corazones de dosis de veneno, un placer imperdonable, un pecado necesario.

Alguien puso algo en mi cerveza



Las puertas del infierno se abrieron de par en par y toda la procesión de pibes y pibas se encaminó hacia el primer paraje de este ineludible procedimiento: la chica que te cobra la entrada de 10 pesos. Una vez abonados, ahí si, ya se puede disfrutar de las luces bajas y los ruidos altos. Hacía allí fue Pablo, a disfrutar del encuentro con el punk, con aquella música que había llenado sus expectativas durante horas y horas en su cuarto, en reuniones con amigos, en el baño de la escuela con la compañía de un cigarrillo, donde soñaba con subirse a un escenario por más pequeño que fuese, ahí estaba Pablo, expectante por ver y escuchar sonar a sus compañeros de ruta musical.

¿Pero que sería de una noche de punk rock sino se toma una birra? y así fue, ni lerdo ni perezoso, nuestro amigo se acercó a la barra del local y pidió una cerveza, servida en vasos de trago largo, brillante, lo encandilaba su espuma, que parecía un volcán en erupción; se escapaba por todos los costados ese bello néctar inventado por el hombre y la utilización de la naturaleza, bendecida por la levadura, bendecida por los labios que la beben, bendito sea el creador de la cerveza, parecía expresar Pablo en cada sorbo, con los ojos cerrados, como besando a una mujer en pleno acto romántico, ansiando con tocar su cuerpo para elevarla al máximo placer, en cada rincón, hasta hacerle vibrar la última célula de su humanidad.

A lo lejos observó, perdida entre la multitud, a una morocha que lo deslumbró. Caminó hacia ella con el vaso frío en la mano, esquivando cuerpos poseídos por el frenético y voraz horror punk de los Misfits, brillantes charcos de vómito y perdiéndose entre el vapor de sudor, cigarrillo y otras hierbas. Ella bailaba, y como. Él la deseaba e iba camino a sumergirse en su mundo, como minutos antes lo había hecho con su trago amarillo y espumoso.

Como te diré...que encontré la fórmula para despabilarme

El Humor



El amor se marchitó, como dice esta canción, y parece que todo tiene un final, todo termina, como dice otra canción. Podemos enfrentar la situación del rompimiento amoroso de dos maneras: colgarnos del ventilador de techo mientras damos vuelta como una calesita fatalista que no quiere parar su marcha, como una larga caminata hacia la nada, prolongando la agonía del adiós; o simplemente reírnos de lo acontecido, dar dos pasos hacia atrás en la historia de lo que fue y pudo haber sido y mirar lejanamente aquellos días en los que el calor amoroso de tu compañía eran la humedad de la felicidad infinita. La sensación térmica de una relación que llegó a su punto culminante, donde no se pudo seguir nadando a contracorriente. Ese instante eterno en el que las preguntas le ganan a las respuestas. El movimiento centrífugo determinante de comprender que la media naranja de tu cariño se destiñó y perdió su brillo en el lavarropas de la rutina.

La Pasión



Poco se puede agregar o teorizar luego de presenciar esta soberbia actuación de Sandro, el gran Sandro de América, donde canta en pleno llanto, con una interpretación exquisita. Gritando fuerte, hasta quedar exhausto, desencajado, con el impulso tremendo del dolor arrinconado en un ring de boxeo, aguantando las trompadas de "tu adiós, de tu tal vez, de tu quizá", regalándonos su frustración en cada nota magistralmente cantada como solo él podía hacerlo. Ya no queda leña en el árbol de la fe, claro que no la hay. El bosque de tu amor se incendió, y maldecís por eso, maldecís hasta el hartazgo, aunque hayas sido tu también responsable del primer chispazo de fuego que inició esta tragedia denominada relación. Quisiera hacerte entender que el tiempo es una moneda de dos caras, los días cada vez más ambiguos, y tu compañía, cada vez más lejana. Solo quedan registros de tu perfume flotando en el aire, como gotas de anestesia en este suero de la vida.